DEFINICIÓN DE ESCLEROSIS MÚLTIPLE
La Esclerosis Múltiple es una enfermedad que afecta al Sistema Nervioso Central (SNC). En la mayoría de los casos de Esclerosis Múltiple, se va produciendo un deterioro de las funciones neurológicas de forma escalonada o progresiva, los signos y síntomas varían mucho dependiendo de la magnitud y zona de la lesión, produciendo alteraciones físicas, cognitivas, mentales, sensitivas, etc.
A menudo, la Esclerosis Múltiple sorprende a quien la padece, quien no entiende lo que está sucediendo: ¿Por qué, encontrándose aparentemente bien, de repente no puede caminar sin desequilibrarse; no puede conducir o no puede leer las letras en el periódico? No tiene fiebre, en muchos casos no tiene dolor. Se encuentra bien, pero hay cosas que hacía y no puede hacer. Algo falla, y lo que falla es algún elemento del Sistema Nervioso Central.
Todas las investigaciones apuntan que la Esclerosis Múltiple es una enfermedad autoinmune, esto quiere decir que nuestras propias defensas se alteran y atacan a una parte de nuestro organismo, en este caso el Sistema Nervioso Central.
SÍNTOMAS DE LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE
Los síntomas neurológicos pueden aparecer en los pacientes de Esclerosis Múltiple en tres formas diferentes:
- Como un brote agudo.
- Como resultado de una progresión lenta.
- Como síntomas paroxísticos (de forma corta y repentina)
No siempre es fácil para el paciente o para el neurólogo reconocer la existencia de un brote de Esclerosis Múltiple, siendo las fluctuaciones en el paciente con secuelas previas las causas más importantes de confusión, por lo que siempre debe excluirse fiebre, infecciones u otras circunstancias que puedan explicar los síntomas en estos enfermos.
Una exploración neurológica cuidadosa por parte del neurólogo puede despejar muchas dudas, especialmente si es posible compararla con las previas a través de la historia clínica. Algunos de los síntomas más frecuentes y limitantes son: fatiga, espasticidad, falta de equilibrio, problemas en la vista, alteraciones en la memoria…
FORMAS DE LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE
- Esclerosis Múltiple benigna: pacientes que ha presentado brotes de Esclerosis Múltiple, con buena recuperación tras los mismos y que, tras 10 o 15 años de evolución, presentan un grado de incapacidad mínimo.
- Esclerosis Múltiple remitente-recurrente: es la que cursa con brotes, con estabilización o mejoría entre ellos. Tras cada brote, la recuperación puede ser total o quedar síntomas residuales o secuelas.
- Esclerosis Múltiple progresiva secundaria: tras un periodo de brotes, que suele durar años, comienza una fase de progresión de la incapacidad independiente de los brotes. Algunos pacientes dejan de experimentar brotes el inicio de la fase progresiva, mientras que otros pueden seguir teniendo exacerbaciones durante algún tiempo.
- Esclerosis Múltiple progresiva primaria: desde el inicio de la enfermedad la incapacidad progresa de forma paulatina. En las formas progresivas primarias “puras” no hay brotes; pero algunos pacientes pueden comenzar con progresión y luego sufrir algunos brotes a los largo del curso evolutivo de su enfermedad. En este último caso hablamos de EM progresiva recurrente.
ESCLEROSIS MÚLTIPLE: TRATAMIENTO
Hoy en día, no hay ningún tratamiento que cure la esclerosis múltiple; sin embargo, en los últimos años hemos tenido la suerte de comprobar cómo han ido apareciendo tratamientos que han demostrado, de forma clara, tener un efecto sobre la esclerosis múltiple.
Durante el curso de la esclerosis múltiple vamos a encontrarnos con múltiples síntomas que requerirán un manejo más específico y, con frecuencia, la colaboración de otros especialistas: la espasticidad, el dolor, la depresión, la fatiga, los trastornos de la micción y sexuales, etc., son síntomas que pueden afectar en mayor o menor medida y que muchas veces tienen una fácil solución si se reconocen adecuadamente y se ponen las medidas diagnósticas y terapéuticas oportunas.
¿ES NECESARIA LA REHABILITACIÓN?
El objetivo principal de la rehabilitación integral es dar la máxima autonomía e independencia al paciente a nivel físico, cognitivo, psicológico y social, aumentando de este modo su calidad de vida y la de su familia. Es recomendable iniciar la rehabilitación integral de forma precoz, en cuanto se detectan síntomas, aunque estos sean leves, para mantener la capacidad funcional y evitar secuelas futuras.